RELACIONES TÓXICAS EN ADOLESCENTES DEL S. XXI

Publicado el 18 de febrero de 2025, 15:56

¿QUÉ ES UNA RELACIÓN TÓXICA?

Una relación tóxica es cuando la interacción entre los miembros de la pareja produce consecuencias negativas en su bienestar.

Normalmente en este tipo de relaciones existen dinámicas de dominación-sumisión donde una de las partes somete a su voluntad a la otra, que puede desarrollar un apego ansioso hacia él/ella porque lo idealiza y sobrevalora.

 

Cuando detectemos alguno de estos comportamientos debemos tener en cuenta que la mejor forma de afrontar este tipo de problemas es generando confianza en los jóvenes, enseñándoles que poseen derechos y que hacerse valorar y respetar no es ser egoístas.

Hay que mantener una actitud de diálogo sobre los hechos evitando culpabilizarles, o hacerles sentir víctimas. Debemos mostrar apoyo y una actitud de ayuda. El papel de padre sabemos que en ocasiones resulta complejo pero su principal cometido debe ser el ayudarles a tomar las mejores decisiones, sin juzgarles o culpabilizarles por sus errores.

 

Siempre es mejor enseñar que prohibir, la prohibición puede generar rechazo en el adolescente y la reiteración de la conducta a evitar. Son ellos los que deben reflexionar y ser conscientes de que existen personas que no les convienen.

 

¿CÓMO PUEDO SABER SI MI HIJO/A MANTIENE UNA RELACIÓN TÓXICA?

 

Para los adolescentes a menudo resulta difícil tratar los temas afectivos y románticos con sus progenitores. Por este motivo y sin invadir su independencia y espacio personal, debemos estar al corriente y mantener una actitud de interés en este sentido. Algunas de las señales que los expertos evocan como indicadores de la aparición de relaciones tóxicas, son:

  1. Marcas y moratones
  2. Consumo de sustancias excesivas
  3. Cambios repentinos en el peso corporal
  4. Adicción al móvil
  5. Cambios repentinos en su personalidad
  6. Actitud a la defensiva
  7. Descontrol emocional o montaña rusa

 

Es necesario que entendamos que muchas de estas actitudes son frecuentes entre los adolescentes y no tienen por qué ser indicio de que haya una relación tóxica. La adolescencia es una etapa confusa y llena de cambios, el adolescente trata de encajar en un universo a medio camino entre la infancia y la vida adulta. Debemos ser comprensivos en este sentido. Y al mismo tiempo mantener una actitud de alerta si estas pautas se dieran en conjunto y de forma prolongada.

 

¿QUÉ SON LAS EMOCIONES TÓXICAS?

 

A menudo pensamos que las emociones negativas son tóxicas, pero la realidad es que las decepciones, el enfado o la tristeza son parte de la vida misma. Al hablar de emociones tóxicas nos estamos refiriendo principalmente a aquellas emociones que no han sido canalizadas adecuadamente o bien han sido reprimidas.

 

Como hemos visto la adolescencia es una época convulsa y como tal afloran muchas emociones que es necesario aprender a identificar, gestionar y canalizar de forma saludable y adecuada. En este sentido los adolescentes no han desarrollado la autorregulación emocional necesaria y a menudo expresan lo que sienten en cada momento de forma abrupta y desmesurada.

 

La otra cara de la moneda es la actitud pasiva o indiferente donde el adolescente aparenta una imagen de “chico/a fuerte” ajeno a los agravios de los demás y a los reveses del entorno. Esta actitud tampoco es positiva, porque rehuyen de sus emociones. Cuando esto pasa por lo general puede ser síntoma de baja autoestima y falta de límites en sus relaciones.

 

Debemos apoyarles en la tarea de entender lo que les pasa por dentro y hacerles comprender cuales son las mejores formas de solucionar aquellas cuestiones que les preocupen.

 

En otro sentido, las decepciones y sentimientos negativos vienen motivados en ocasiones por las altas expectativas románticas que los medios de comunicación y el cine, proyectan sobre los jóvenes. Es conveniente que les aportemos el apoyo necesario para la reflexión sobre los mitos de ese “amor romántico” y les demos las herramientas necesarias para desarrollar relaciones adultas y saludables.

 

¿CÓMO SABER SI TU RELACIÓN DE PAREJA ES TÓXICA?

 

A pesar de que desde las instituciones educativas se tratan cada vez más asuntos de interés real como las relaciones sexuales y la prevención de problemas en relación con estas, o la prevención de conductas poco saludables; existe una carencia respecto a la educación en las relaciones sociales saludables.

 

Los adolescentes se enfrentan a una nueva realidad en las relaciones de pareja sin contar a menudo con herramientas y pautas de comportamiento adecuadas, ni con una visión clara de las consecuencias.

 

Resulta alarmante el aumento de casos de violencia de género entre parejas cada vez más jóvenes. Es necesario educar a nuestros jóvenes en la salud afectiva y mostrarles qué pautas no son admisibles en una relación de pareja.

 

 

Una herramienta eficaz es enseñarles y enseñarnos cuales son algunos de los signos de alarma que aparecen cuando mantenemos una relación tóxica. Algunos ejemplos son:

  1. No te hace feliz o no te deja crecer como persona: sabemos que cada uno es dueño de su felicidad, no podemos responsabilizar a los demás de ello. Es injusto para nosotros y para ellos, porque cuando no estén, seremos infelices. Pero en una pareja ambos deben velar por el crecimiento personal del otro. Ser un apoyo para la consecución de los intereses individuales. La relación de pareja debe aportar alegría y fomentar esa felicidad.
  2. La relación se rige por el chantaje emocional: las relaciones sanas se basan en la libertad individual de cada uno. En las relaciones basadas en el chantaje uno de los dos siempre pierde. Salirse siempre con la suya no es algo positivo, las relaciones saludables se basan en el diálogo y el respeto a las diferencias.
  3. Exclusividad ante todo: eres sólo para el/ella: todos necesitamos mantener diferentes tipos de relaciones personales. Las parejas necesitan refrescarse y mantener amistades separadas e independientes. Es bueno para nosotros y para la relación. La exclusividad no se basa en un amor absoluto sino en un deseo de posesión de la otra persona. El apego NO es amor.
  4. Vampiros energéticos: denominamos así a las personas pesimistas y victimistas. Se alimentan de nuestras ilusiones y energía positiva, y al final somos nosotros los que nos sentimos desgastados. No podemos ser el motor de otra persona, cada uno debe encontrar aquello que lo motiva e ilusiona.
  5. Culpabilización: nuestras parejas no tienen un poder total sobre todas las cosas, no podemos culparles de nuestros propios fracasos o de las decepciones que nos llevamos. Es necesario responsabilizarnos de nuestros comportamientos y sentimientos, y no volcar todos nuestras emociones negativas en la otra persona.
  6. Dependencia: cuando una persona nos hace sentir que depende de nosotros completamente para ser feliz o para desarrollar su propósitos, nos obliga a cargar un peso totalmente injusto. Nosotros mismos debemos ser los principales y únicos proveedores de satisfacer nuestras necesidades personales. Tampoco debemos anteponer las necesidades de nuestra pareja a las propias, es necesario encontrar un equilibrio mutuo, siempre respetando la libertad y la independencia.
  7. Tienes que justificar constantemente su comportamiento ante los demás: no sólo hablamos de maltrato físico o verbal, cuando su comportamiento en público o con los demás resulta extraño y nos sitúa en situaciones embarazosas, debemos analizar qué está fallando. Una relación sana se basa en el respeto mutuo, todos merecemos ser tratados con respeto en cualquier situación y no consentir las humillaciones.
  8. Los celos: una relación sana se basa en la confianza mutua. Ser celoso no es querer más, es ser posesivo. No podemos coartar la libertad de los demás ni dejarles que lo hagan con la nuestra. Tener que justificar nuestro comportamiento y dar explicaciones constantes sobre la forma en la que nos relacionamos con los demás, no es generar confianza sino inseguridad.

Nadie tiene derecho a decirte qué puede ponerte o qué no, o con quién puedes quedar y con quién no. ¡ No lo toleres!

  1. Reproches: perdonar es una de las acciones que a menudo nos cuestan más porque dañan directamente nuestro ego. Pero también nos aporta una gran paz mental y equilibrio necesario para avanzar en cualquier ámbito. Perdonar quiere decir olvidar el agravio. No podemos reprochar constantemente conductas que nos hirieron en el pasado si decidimos olvidarlas, porque envenena nuestras relaciones y la otra persona sentirá que nunca podrán enmendar su error. Si esa es la realidad, es mejor no seguir con la relación.
  2. No al cambio: las relaciones afectivas saludables se basan en la aceptación mutua. Alguien que te quiere lo hace tal y como eres. Si te pide que cambies tu forma de ser, vestir o las actividades que realizas, no te quiere. Lo que pretende es convertirte en alguien que no eres y que cumpla sus expectativas. Pero nadie ha venido a este mundo a cumplir las expectativas de nadie. Sé tu mismo porque eres tú el que te hace feliz.
  3. Segundo plato: cuando sus compromisos y deseos siempre priorizan a ti, nunca hay tiempo para veros o siempre está ocupado/a, quizá sea porque no te valora como mereces y no te tiene en tu mismo orden de importancia. Es importante que la relación sea equilibrada y ambos tengáis los mismos intereses en la relación, sino una parte siempre se sentirá defraudada.

 

Hemos enumerado algunas de las principales características de las relaciones tóxicas, pero conviene destacar que las relaciones sociales no constituyen una ciencia exacta y por lo tanto no tienen porqué seguir todas y cada una de estas pautas. Si no estás conforme con algún aspecto de tu relación, trata de cambiarlo y si no es posible, quizá tu pareja no sea la adecuada.

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